Contra la ocupación yanki. Por una cultura de la resistencia

[Fernando Márquez, Director de «El corazón del bosque», revista para otra gente.]

El director de Nosotros me pidió hace unos días una reflexión crítica sobre la penetración yankee en nuestro suelo. Espero que estas notas valgan la pena.

Es una obviedad que el modelo usaco (por usar la expresión del divisionario Carlos Mª Ydígoras) condiciona de manera sustancial la existencia de nuestro país: literalmente, con la ocupación militar y logística de partes de nuestro suelo (bases de Rota, Torrejón, Zaragoza o Gibraltar) y con la integración de España en la estructura de la OTAN (cuyo ejemplo más vergonzoso de colaboración se da en la figura del propio secretario-títere de dicho organismo, el felipista Javier Solana); política y económicamente, con la obediencia española a los protocolos de Maastricht que condicionan de un modo draconiano nuestro actuar hasta extremos impensables desde el punto de vista de la soberanía (así, hoy no gobierna el PP propiamente dicho, sino un gestor de Maastricht -que bien pudiera haber sido, con unos pocos votos más el pasado marzo, el PSOE-) y con la venta en saldos de nuestro potencial económico iniciada por Felipe González en el 82 y que hoy continúa a un ritmo día a día más vertiginoso. En cuanto a la cultura, lo que vemos en cine o TV, lo que comemos en establecimientos de comida rápida o lo que compramos en hipermercados (dentro de poco, añadiremos a la basura habitual la basura transgénica en un salto escatológico importante), lo que leemos en prensa o en obras de consumo, lo que escuchamos en música de hit-parade, lo que bailamos en las salas de moda, incluso lo que protestamos (hasta las protestas antiyankees) lleva en un altísimo porcentaje la etiqueta made in USA.

Por mi parte, y ateniéndome a este último aspecto de que, por robarnos, los ocupantes nos han expoliado hasta el genuino impulso de contestación, no voy a repetir por enésima vez el manido discurso entre quejumbroso e impotente con que suelen plantearse este tipo de artículos. No tengo humor ni paciencia para verbalismos, retoricismos, simulacros o coreografías antiamericanas.

Sólo existe un modo de acabar con esta situación: educar al personal para la guerra contra el ocupante, para la resistencia, para asumir el inevitable y descarnado conflicto (con sangre, sudor y lágrimas -como todo conflicto que se precie de sser real y no virtual-). Un hombre lo intentó más que nadie, desde el punto de vista de diseño de estrategias antiamericanas: Jean Thiriart. Un hombre que, superando todo sectarismo, defendió la convergencia en un Frente Común de terceristas e izquierdistas europeos para luchar contra el ocupante usaco y sus lacayos. Un hombre que mantuvo contactos con comunistas alemanes, chinos, rumanos, así como con terceristas árabes (egipcios, palestinos, libios) e iberoamericanos (es notable su encuentro con Perón), que creó publicaciones de combate tan notables como La Nation Europeenne y organizaciones como la transnacional Joven Europa, cuya sección italiana, una de las más activas, desarrollaría un frente común con el maoísta PCI-ML, fruto del cual surgirían experiencias como Lotta di Popolo o las Brigadas Rojas (inspiradas en el proyecto thiriartiano de Brigadas Europeas de resistencia armada al ocupante USA).

Recordemos algunas de sus consignas:

«La guerra revolucionaria comenzará atacando los bienes industriales americanos. Luego, las familias de los militares americanos. Luego, a los mismos militares. Mucho antes de que hablen las armas hay que poner en ghettos al ejército americano. Que la actitud de las poblaciones civiles sea tal que, apenas abandonen ya sus acantonamientos, eviten incluso mezclarse con las poblaciones locales.»

«Se trata de expulsar de Europa a los Estados Unidos. Por todos los medios.»

En nuestro país, a raíz de las convulsiones rusas que darán lugar al resurgimiento de las dinámicas nacional/comunistas (prácticamente dormidas en su acepción más pura desde la caída de la república de Weimar), Thiriart comienza a difundirse como moda ideológica en diversos círculos (algo nada casual teniendo en cuenta que este agitador belga es uno de los teóricos más valorados hoy por el nacional-comunismo ruso). El propio devenir de estos círculos (salvemos uno, anterior a «la moda Thiriart», que intentó difundir esta línea de pensamiento de un modo más serio: hablo de la desaparecida Asociación Sin Tregua) ha demostrado lo veleidoso de estas querencias: el único español que creyó al ciento por ciento en las intuiciones de Thiriart, José Cuadrado Costa, desarrolló su labor política fuera de España (por considerar inepto el panorama local presuntamente afín), hace más de una década que murió y hoy sus reflexiones (algunos opúsculos sueltos o la colección de escritos Ramiro Ledesma Ramos, un romanticismo de acero) no se difunden entre la Tercera Posición con la urgencia que sería deseable (un ejemplo triste de ello: hay material de Cuadrado Costa inédito en nuestro país y, sin embargo, publicado en Francia y Bélgica).

Dejando aparte la figura de Thiriart, pero manteniéndonos en su línea de pensamiento, otra forma de contribuir a una cultura de resistencia antiUSA sería la de valorar todos aquellos acontecimientos (teóricos y fácticos) insertos en esa dinámica. Resulta descorazonador pensar que la única secuencia activista químicamente pura de combate europeo contra el ocupante USA (las acciones armadas de la alemana Fracción del Ejército Rojo contra instalaciones de la OTAN) no ha sido nunca valorada o asumida por los terceristas españoles (bueno, a excepción de un servidor -ver narraciones como El triunfo de la voluntad y Escenas del fin de siglo en El Corazón del Bosque o el artículo Ulrike Meinhof, una patriota alemana en PVO) mucho más ocupados en considerar suyos (por abstractas consideraciones doctrinales) a elementos vinculados a la red atlantista Gladio o a similares operaciones de contrainsurgencia. Siguiendo el modo de razonar de Thiriart, en un combate como el que supone la liberación europea de la presencia norteamericana, debemos valorar a quienes actúan en nuestra dirección (sin importarnos su pedigree ideológico) y debemos considerar enemigos a quienes actúan a favor del enemigo (aunque su discurso sea afín al nuestro). Eso es educar de veras en una cultura de la resistencia, no con protestas rutinarias de boletín extraparlamentario ni con shows (como aquella escena imbécil del miembro de Greenpeace emulando a Spiderman sobre la coronilla del Rey en la cumbre macroeconómica celebrada en Madrid en otoño ’94 (está claro que, de haberse celebrado dicha cumbre en Argel o en Moscú, las acciones de protesta habrían sido mucho más rotundas).

Optemos seriamente por una Europa Libre o por un continente sometido. Pero basta de payasadas o de marear la perdiz.

[Nosotros N° 15]

Reseña de Romanticismo de acero:

Este libro es el ensayo de un raro (suicida, por más señas, cuya escasa obra se conoce en España después de su muerte -en vida sólo publicó en revistas francesas y belgas, pues se hallaba muy vinculado a los círculos adeptos a Jean Thiriart y completamente desconectado de toda organización española-) sobre otro raro, iniciador y principal motor doctrinal del llamado Nacional/Sindicalismo, y eternamente relegado y subestimado (ya casi como acto reflejo), sean cuales sean los avatares de lo azul (quiero recordar que, en el Documento Político elaborado por el Consejo Nacional de FE/JONS del pasado octubre, tuvo que ser un servidor quien propusiese la idea base para la siguiente redacción «intentando hacer una síntesis de los pensamientos políticos de Ramiro Ledesma Ramos y de José Antonio Primo de Rivera, en tanto que principales ideólogos de la Falange…» frente a un primer texto en el que José Antonio aparecía con hipertrofiado protagonismo como la madre del cordero dialéctico falangista).

La verdad es que, sin las profundas bases doctrinales y la actitud existencial de Ramiro Ledesma (desde su primer balbuceos -la novela «El sello de la muerte», escrita a los dieciocho años- hasta sus últimos escritos -el periódico «NUESTRA REVOLUCIÓN», cuyo único número apareció una semana antes del 18/J del 36-), no es posible concebir la existencia de un talante azul de ruptura en nuestro país. Es a través del progresivo conocimiento de Ramiro y de sus primeras aventuras políticas (la publicación «LA CONQUISTA DEL ESTADO» y la organización JONS) como José Antonio Primo de Rivera inicia seriamente su concienciación social y patriótica, abandonando el simple rol de hijo del dictador títere de Alfonso XIII y añadiendo a la compañía exclusiva de ultraderechas monárquicas con veleidades fascistizantes otras voluntades más dispuestas a la ruptura. Es en la fusión con las JONS como la inicial y mayoritariamente reaccionara Falange Española va adquiriendo de veras su nervio de Tercera Posición. Es con la marcha de Ramiro de FE/JONS, once meses después (uno de cuyos detonantes principales fue la participación de Falange en la represión gubernamental de la insurrección asturiana de octubre del 34 sin que esa participación se recontextualizase en un alzamiento ulterior contra el propio gobierno radical/cedista, sin aclarar a las masas españolas que se había luchado en Asturias contra la insurrección no desde la complicidad con el establishment sino desde la rivalidad entre una línea revolucionaria -la nacional/sindicalista- y otra -la social/libertaria que representaban losa insurrectos con la Alianza Obrera-), como se llega a la máxima radicalidad tanto en el pensamiento de Primo (temeroso a una competencia revolucionaria por parte de los escindidos) como en el de Ledesma (quién, desde sus aventuras postfalangistas de «LA PATRIA LIBRE» y «NUESTRA REVOLUCION» y desde su implacable análisis sobre JONS y Falange, su fusión y su desencuentro -la obra «¿Fascismo en España?»-, rompe del todo con las convenciones fascistas entendidas como coartada de derechas y plantea claras transversalidaes terceristas con la izquierda revolucionaria -cenetistas, pestañistas, poumistas- negándose hasta el último momento -obviamente escaldado tras la frustrante experiencia de Asturias- a participar en el alzamiento militar de julio por considerarlo contrarevolucionario).

Si han llegado a existir (en la postguerra y en el postfranquismo, repectivamente) unas Falanges Autónomas y Auténtica, una resistencia hedillista a la mixtificación franquista, una valoración azul de nombre y fenómenos como Emmanuel Mounier, el titismo yugoslavo, el peronismo revolucionario argentino o el velasquismo peruano, ello no sería posible sin el peso latente de ese eterno olvidado llamado Ramiro Ledesma.

Y si Falange hoy llega a entender de una puñetera vez que Europa existe no sólo como diana a la cual lanzar exabruptos o que el nacional/comunismo de Ziuganov en Rusia es más afin que enemigo (ya en su momento sería Ledesma quién hablase del «nacional/comunismo» staliniano, anticipándose en varias décadas a las interpretaciones nb hoy en boga entre la disidencia europea de Tercera Posición) o que nombres como Jünger o Niekisch tienen su sentido para el tercerismo ibérico, será también por la actitud y discurso de Ramiro.

Para entender o empatizar con Ramiro Ledesma, hay que asumir a España desde la angustia revolucionaria, desde el odio irreductible contra la burguesía, desde la falta de respeto total a las coartadas gradualistas, desde un suicidio (un sello de la muerte) siempre presente como posibilidad (pero siempre aplazado: aplazamiento que se traduce en activismo radical). Si la grandeza de José Antonio (visto con objetividad crítica y sin histéricas latrías) es la del señorito que trata de redimirse (con no poco éxito) de tal condición, la grandeza de Ramiro es la del eterno rebelde al desorden establecido por ansias nunca saciadas de un orden alternativo.

Como dice Carlos Caballero, prologuista de la obra (otro lúcido raro -éste, afortunadamente vivo por el momento-), solamente un talante como Cuadrado Costa podía interpretar a fondo el pulso de Ramiro Ledesma. Una vez más amigo Carlos, tienes toda la razón.

Fernando Márquez

El Corazón del Bosque, nº 10, primavera – verano 1996

4 Responses to Contra la ocupación yanki. Por una cultura de la resistencia

  1. hermes dice:

    impecable, los latino americanos, sabemos de el visionario Ydigoras, cuyo libro sobre historiaa, ya no se consigue.- PATRIA O MUERTE , VENCEREMOS

  2. Yo mismo dice:

    Como sigais copiando siglas, al final os hareis antitaxistas

  3. Sheylaa dice:

    no se como no habia descubierto antes tu blog, simplemente genialwccqw

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